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Sigue leyendo→: ¿Cómo le llamarías a esto? ¿Bitácora?
«Es posible que nuestra mente diga: Yo no te conozco. Pero el corazón sí le conoce.» Brian L. Weiss Nos vemos en la próxima vida. Te dije antes de salir de la habitación, pero te voy a pedir un favor, en la próxima vida encuéntrame pronto y vamos a saltarnos la parte de enamorarnos. Ya…
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Sigue leyendo→: Las cartas: Introducción
Susana sorbía el último trago de café y colocaba la taza en el fregadero mientras su mirada viajaba a través de la ventana y se detenía en el edificio de enfrente. Luces encendidas, familias enteras preparándose para salir de sus hogares y cumplir con la rutina. Nada nuevo bajo el sol, pensaba. Minutos más tarde…
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Sigue leyendo→: El Bar…Parte I
Katia tamborileaba los dedos sobre aquella mesa de madera gruesa y pesada, a lo lejos podía verla incómoda. Sentada sola en aquel restaurante mientras esperaba a sus amigas podía palparse su mayor miedo, no tener compañía. Las cinco habíamos desarrollado una especie de complicidad mucho más fuerte que un lazo familiar, éramos amigas desde hace…
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Sigue leyendo→: Huequitos en el alma
La abuela Jose siempre me contaba historias mientras batía la masa para los tamales que colocaría más tarde en la ofrenda. Aún recuerdo estar sentada en su mesa y escucharla platicarme su vida mientras la estufa calentaba la salsa y los olores inundaban el ambiente. Un día, con siete años de edad, le pregunté porqué…
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Sigue leyendo→: 13:14
13:13 Escuchaba esa canción que minutos antes un amigo me había regalado. De pronto un camión cruza la calle a toda velocidad ¿la casa se mueve?. 13:14 Mi casa jamás se mueve, salvo por aquella anécdota que mamá y papá cuentan. Era precisamente un 19 de septiembre pero de 1985 la última vez que quienes…
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Sigue leyendo→: A veces se nos olvida…
Abrí Twitter ese día, no recuerdo la hora, quizá pasaba de medio día. Tu nombre aparecía en las noticias importantes. Habían encontrado tu cuerpo sin vida, abandonado. Mi voz se entrecortaba mientras le leía a mi madre la noticia. No te conocía y me doliste. Quizá nos doliste a muchas mujeres porque en ese momento…
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Sigue leyendo→: La Bruja
La apodé La Bruja porque en sus ojos no existía el tiempo, ella se bebía los minutos y yo los bebía de sus pupilas. Esas pupilas que podían convertir un minuto en una eternidad y un parpadeo en un hechizo. Conocí a La Bruja mientras con la gracia de un malabarista servía un martini doble.…
